Premio Hispanoamericano de Poesía José Mármol

La poesía, cuando logra sobrevivir al tiempo y a las turbulencias de la historia, lo hace porque encuentra voces que la sostienen con dignidad. José Mármol es una de esas voces: su obra ha sabido conjugar lo íntimo y lo universal, lo filosófico y lo cotidiano, con una fuerza que lo ha convertido en referente no solo de la poesía dominicana, sino de la poesía en lengua española. Por eso, la reciente creación del Premio Hispanoamericano de Poesía José Mármol es más que una noticia editorial: es un acto de reconocimiento y también una invitación a que la palabra poética siga circulando con nuevas resonancias.

El premio, impulsado por Valparaíso Ediciones, tiene la virtud de abrirse a todos los escritores de habla hispana, sin importar su nacionalidad. No hay restricciones de tema ni de extensión, y los manuscritos se recibirán en formato digital. Esa apertura total es, en sí misma, una declaración: la poesía no entiende de fronteras, y la lengua común nos vincula en una comunidad mayor, donde cada voz aporta su singularidad.

La editorial Valparaíso, en la persona del poeta español Fernando Valverde, ha demostrado en poco más de una década que la poesía puede ocupar un lugar central en la vida cultural. Su catálogo, que reúne nombres consagrados y voces emergentes, ha sido un mapa vivo de lo que significa escribir poesía en el siglo XXI. Que desde Granada se geste un premio con sede simbólica en Santo Domingo confirma la voluntad de tender puentes entre Europa, América y el Caribe, colocando a la poesía dominicana en el centro de esa conversación.

La participación de Fernando Valverde, poeta y académico de trayectoria internacional, refuerza este gesto. Valverde ha sabido encarnar en su propia obra y en su labor editorial la idea de que la poesía necesita mediadores que la impulsen hacia públicos más amplios, sin perder su rigor. Su presencia en este proyecto asegura tanto prestigio como proyección.

Hablar de José Mármol en este contexto es hablar de un poeta cuya obra ha sido estudiada y celebrada dentro y fuera de República Dominicana. Quiero detenerme aquí en lo personal: he tenido la fortuna de compartir con él, de escuchar su voz y de acercarme a su pensamiento poético. Desde el Círculo de Escritores Escalera de Papel, del cual formo parte junto a los escritores Jonás Sánchez y Víctor Andrés De Oleo, hemos dedicado tiempo y estudio a su obra. Incluso le consagramos el Recital de Poesía la Ría Romana, en el que su presencia fue celebrada como lo que es: la de un poeta que encarna la profundidad y la vigencia de la palabra. En ese círculo, hemos aprendido a leer a Mármol con la reverencia que merece, conscientes de que su obra se inscribe en la tradición mayor de la poesía hispanoamericana.

Ese vínculo personal y colectivo con su poesía me lleva a celebrar con especial entusiasmo que un premio internacional lleve su nombre. Porque si bien el galardón está abierto a todos los poetas del mundo que escriban en español, su epicentro y su motivación nacen de la obra de un dominicano, y ese hecho marca un hito: la poesía de República Dominicana deja de ser periférica para colocarse en un eje de irradiación cultural.

La creación del Premio Hispanoamericano de Poesía José Mármol es, por tanto, una doble afirmación: la de un poeta cuya voz merece permanecer y la de un país que se abre como escenario para la literatura en español. Si el premio logra consolidarse en el tiempo, su importancia no se medirá solo en los nombres de sus ganadores, sino en el gesto de haber puesto a la poesía en el centro de la conversación cultural.

Como escritora y lectora, no puedo sino alegrarme de que un proyecto de esta magnitud nazca entre nosotros.